sábado, 20 de abril de 2013

Una Vida Distinta: Capitulo 7, Bosque






Llegamos a casa y no se encontraba nadie en el lugar, más que una nota en el pequeño comedor.
Les prepare un poco de Lasaña. Está en el horno.
No tardaremos mucho.
Lisa
—Huele bien — Me expresé
—Y realmente lo está. Una de las comidas que más me gusta es la Lasaña, y si Lisa la prepara es  aun mejor — Dijo mientras prendía el horno para calentar la Lasaña que yacía fría.
—Creeré en tu palabra — dije entre risillas — ¿Qué opinas de los Cullen? —Cambie de tema radicalmente para no pensar en Lisa.
—Pues aún no los conozco, bien. —
—No opinaras igual que Lucas ¿Verdad? —Me reí
— Solo creo que todos los juzgan mal. Además no se ven tan malas personas, pero de todas formas no deberíamos dejarnos llevar. Por algo se dicen todas esas cosas. —
—Renesmee y Bella me caen bien —
— ¿Así? Y ¿Por qué? — Dijo Diego mientras habría la puertecilla del horno para sacar nuestra cena.
—Estoy con ellas en algunas clases. Renesmee en especial es muy buena conmigo— Afirme
—Quizá solo les tengan envidia — Me aseguró.
—Ya lo note — Susurre con decepción —Se debe a su dinero ¿no es así? —
—Probablemente —Diego quedo pensativo y supuse saber en qué pensaba.
—A ellos no, Diego — Hice una pausa —Me refiero, a que a ellos no les podemos robar. Imagínate en los problemas que nos meteríamos. A parte son intimidantes
—Tienes razón —Me miro mientras servía en mi plato — De todas formas, no lo intentaremos. A Lisa no le gusta entrar en casas, al parecer se quiere ir por otro camino.
— ¿Cuál?
—Fraude
Vaya, así que se quiere ir por lo grande. Fraudes.
Comimos en silencio, mirando cada quien a lados distintos. Yo pensaba en como seria el día de mañana. Ya había pasado lo más difícil. Diego se apresuro a comer, tomo su plato y lo deposito en el lavaplatos, para después dirigirme una mirada.
— ¿Quieres dar un paseo por el bosque? — Dijo en el mismo tono conquistador de Owen, mientras se ponía la chaqueta. Yo asentí en silencio, me apresure a comer. Imite lo que hizo Diego y de igual forma me puse una chaqueta.
—Lista. Tú serás mi guía
—Lo prometo —Me sonrió. Y me sentí mareada, después comprendí que me quede sin respiración — Gracias, por aceptar mi propuesta y no inventar que tienes trabajo con la mudanza
Sonreí ante su sarcasmo. Pero sonaba tan orgulloso de contar con mi presencia, me sentí halagada.
Nos adentramos al bosque que teníamos cerca del patio trasero, avanzamos sin buscar un destino. Yo confiaba en mi memoria fotográfica, pero todos los arboles eran iguales unos de otros. Diego avanzaba muy seguro de sí mismo. Preguntaba cosas triviales y yo respondía con cosas triviales. Me tomo de la mano y durante la excursión encontramos un pequeño sendero que metros después desapareció. Caminamos así durante una hora, yo llevaba mi cámara digital para guardar recuerdos de esta pequeña excursión. De la nada corría un alce, solitario, a toda velocidad, atravesando nuestro camino. Quise tomar una fotografía del animal pero este corría mucho que tuve que actuar lo más rápido posible, active el flash y oprimí el interruptor. La luz resplandeció por el bosque casi oscuro, desafortunadamente no pude captar al animal que había desaparecido. Diego me miro sorprendido y continuábamos en silencio. Si no platicábamos, bromeábamos y nos lanzábamos cosas que encontrábamos. En uno de mis intentos de escapar de él, tras aventarle una rama llena de musgo, corrí como desesperada y recordé mi pesadilla, me sentí dentro de ella y corrí aun más de prisa, la sensación de estar ahí se hacía más vivida, porque escuchaba los pasos de Diego tras de mí. Entre en pánico y empecé a sollozar sin dejar de correr. Yo sabía que Diego gritaba mi nombre una y otra vez pero yo no respondía o más bien no quería responder. En mi intento de escapar y llegar a un punto donde no hubiera bosque, tropecé con la raíz de algún árbol y rodé escandalosamente por un pequeño camino. Mi cabeza daba vueltas y Diego estaba ahí abrazándome y asegurándose que estuviera bien y así era, esperamos unos minutos más para poder recuperarme. Aparte de mi transición a mi pesadilla sabia que algo andaba mal. Nos habíamos perdido, gracias a mí. Porque habíamos perdido el sentido en el que íbamos.
Continuamos avanzando, por mas y mas bosque, el cielo haya arriba era un manto negro que nos cubría, mientras el roció de la lluvia caía. Mi cabello comenzaba a estar húmedo. Yo seguía a Diego, pero era más que obvio que estábamos perdidos. No sabía si entrabamos al bosque o salíamos de él. Quizá estábamos dando vueltas. El había perdido el lindero que habíamos tomado para regresar. Lo que más extraño me parecía es que cerca no había animales grandes, solo ardillas y pequeños animales. Así que no me preocupaba encontrar un oso y que este nos comiera. De pronto en un hueco se divisaron unas luces. ¿Acaso había una casa ahí, en medio del bosque? Yo me preguntaba eso cuando Diego interrumpió mis pensamientos.
—Creo que hemos llegado, al fin —Su voz sonó aliviada — ¿Ves esas luces?
Estaba a punto de responder cuando unas risas armoniosas y el sonido del choque de rocas me alertaron guardar silencio. Diego me miro sorprendido, sin embargo no paraba de caminar. Las risas continuaban, se oían algunas frases al aire como: ‘Te vencí una vez más’ ‘Es hora de pagar’.
De pronto las risas cesaron completamente al igual que los murmullos. Estábamos cada vez más cerca de aquella casa. Cuando pude verla completamente, se trataba de una hermosa casa blanca, con amplios ventanales y un porche demasiado grande para almacenar a por lo menos 5 autos. Diego tomo mi mano y nos dirigimos al camino que los autos, que por su constante paso, habían marcado. Subimos unos cuantos escalones, donde cerca descansaba una moto. Diego cambio de idea y decidió no llamar a la puerta, pronto me di cuenta porque. Uno de los autos que almacenaba el porche era el mismo que aquel día llevaban los Cullen al Instituto. Pensar en ellos me hizo tener miedo, miedo de verdad. Esta era su casa.
Pero por alguna extraña y loca razón, sabía que nos podrían ayudar a regresar a casa, darnos quizá algo seco. Seguro Renesmee nos ayudaría, pero a Diego no le pareció mucho mi propuesta, así que me jalo, y continuamos nuestro camino, ahora siguiendo la vereda marcada por los autos que solían entrar y salir. El camino era de terracería, con lodo por todas partes a causa de la lluvia. Tras de nosotros sentía miradas curiosas, repetidas ocasiones me gire a buscarlas, pero ni una sola vez vi evidencia de que alguien nos miraba. Tardamos veinte minutos en llegar a la carretera. Diego saco de su bolsillo su celular.
—Por fin un poco de red — Le reprocho al aparato — ¿Mark?... Estamos en la carretera 101… Nos perdimos… ya se ya se. Aquí los esperamos… Lo siento… Solo fue un paseo… — Oprimió el botón de colgar —Ahora vienen. Nos tocara un buen regaño — Me abrazo al notar que temblaba de frío.
Tan pronto como no me lo esperé el auto de Mark llego. No dijimos nada por supuesto. Cuando llegamos a nuestro destino, Lisa que nos esperaba en la entrada de la casa con una taza de café, se dirigió a Diego y lo abrazo. Me sentí un poco incomoda en la escena, ella también lo noto. Mark no decía nada, pero nos advirtió tener más cuidado. Pronto cada quien se fue a sus deberes.
Me tome una ducha caliente, realmente la disfrute por qué no sentía los dedos de los pies, a causa del frio. Cuando finalice me fui a mi recamara, me puse el pijama, tome la cámara fotográfica y comencé a ver las fotos con determinación, cuando llegue a mi imagen fallida gracias a la velocidad del alce,  vi un borrón. Una figura distorsionada. Prendí el computador que había comprado gracias al dinero que guardaba, para ver las fotografías con mayor claridad. Aquel borrón tomaba cada vez mas forma, al alterar el zoom se distinguía una imagen de un ser humano. Eso es imposible, pensé. En aquel lugar solo estábamos Diego y yo. Nadie más. ¿Como una figura humana había aparecido de la nada en la fotografía?
Siempre había sido escéptica a ese tipo de cosas del ‘mas allá’. Nunca había creído en fantasmas, ni mucho menos en seres de los cuentos de terror. Solo eso eran, cuentos.
—Sera mejor que vaya a dormir — Me dirigí hacia la cama y me sumergí en ella hasta quedar totalmente perdida en un sueño. Donde una vez más corría, corría como desesperada tras la misma voz que siempre me ordenaba que corriera más rápido.
—Maldita sea Chelsea, corre —La voz sonó una vez más, pero muy furiosa. Por fin, después de muchas pesadillas, había reconocido aquella dulce voz.
— ¿Renesmee? ¿Eres tú? — Pregunte en la oscuridad del mismo bosque que había recorrido por la tarde. Ya no respondió. Pero juraría saber que esa voz se trataba de la suya.
En la terrible pesadilla, un chico pálido me miraba con ojos rojos, sonriendo a pesar que yo gritaba de horror. Comencé a correr otra vez, de pronto voltee para ver si ese chico me seguía y no era así. Tras de mi venia Edward Cullen. Cullen. El apellido resonó en mi cabeza y grite de miedo. Cuando choque con lo que parecía una estatua de mármol, caí de espaldas llenándome de lodo y vi a Bella Swan mirándome. Me sentí intimidada y aliviada al mismo tiempo.
—Todo estará bien —Susurro. Con su hermosa y débil voz. Mientras se aproximaba a mi cuello —
Desperté entre gritos y jadeos, Diego estaba a mi lado. Cuando lo vi sentí gran alivio.
—No volveré a leer historias de terror, ni mucho menos andaré allí afuera, en el bosque —
—Tranquila. Vuelve a dormir. Estas aturdida —Me indico que me volviera a recostar, ya que ahora estaba sentada en la cama. Yo obedecí asintiendo —Estaré aquí, hasta que hayas dormido —
Me sumí una vez más en mis sueños. Confiada en que Diego vigilaba mis sueños, como muchas veces antes lo hacía. Cuando volví a despertar la tenue luz de un nuevo día se asomaba por la ventana.

lunes, 15 de abril de 2013

Una Vida Distinta: Capitulo 6, Instituto Forks

Diego Sheridan


Owen Nolan



Por fin era lunes, lo espere durante muchas horas. Me desperté temprano para estar lista y no tener percances para llegar a mi escuela. Si mi nueva escuela. Que emoción. Todo aquí era genial, siempre hacia frío  casi no salía el sol. Y sabía que la nieve me tomaría por sorpresa cualquier día.
Tome un suéter abrigador, y lo puse a un costado. Mark había dicho que podíamos llevarnos el auto al menos hasta que nos consiguiera uno. Ese día iban a explorar el lugar y buscar donde comenzar sus terribles asañas.
Diego piso el acelerador, íbamos demasiado rápido. A mí me encantaba la forma en cómo el conducía. A los pocos minutos llegamos al famoso Instituto. Era un edificio viejo con ladrillos rojos. Por todos lados había alumnos mirando el auto negro que conducía Diego.
—Vaya, se nota que en este lugar son escasos los autos de lujo — Murmuro Diego.
—Parece que sí —Respondí.
— ¿Ya te dije que eres una demente? —Me tomo por sorpresa la pregunta.
—Hmm creo que no — Respondí sin mucho entusiasmo. — ¿Por qué lo dices?
— ¿Aun no te das cuenta? —Espero mi respuesta pero yo no dije más — Estas aceptando esta vida, donde la única manera de salir de esto es muerta. No mides el peligro — Concluyo
Solté una risa al mismo tiempo que le respondía
—Así soy yo. Así que cuídate Sheridan —Le apunte con el dedo
—Que graciosa, pero si me cuidare de ti —Respondió divertido
—Te pediré un favor —
—Dime—
—Tú más que nadie sabe mi pasado. Fuiste tú quien me rescato y te lo agradezco con toda mi alma. Pero no recuerdes mi verdadero apellido ahora soy Chelsea Sheridan. No quiero tener problemas con Mark y mucho menos con Lisa, si se llegaran a enterar de eso… — Me prohibiría a mi misma pensar en ello.
—Trato hecho —
Nos bajamos del auto y de pronto muchos ojos curiosos nos observaban, pero también había ¿sorpresa? Comenzamos a avanzar en dirección a control escolar para recoger nuestros horarios y comenzar nuestra vida estudiantil.
—Buenos días hermanos Sheridan — Nos recibió una mujer rubia, no tan joven pero no demasiado vieja. Tenía en sus manos un par de papeles listos para entregárnoslo.
—Buenos días — Respondí
—Tomen este plano de la escuela les será de mucha ayuda —Espero una respuesta que nunca llego —Es lamentable que sus clases no estén juntas, les sería más fácil adaptarse—
Aunque en cierta forma tenía razón la mujer, pero lo cierto es que yo llevaba materias avanzadas. Realmente todas mis materias eran avanzadas.
—Gracias —Dije al salir de aquel lugar, después de desearnos buena suerte a ambos. Diego me acompaño al aula que estaba asignada para mí.
Al entrar al aula, el murmullo de los alumnos que estaban en sus asientos cesó, yo me sonroje, mientras me quedaba inmóvil en la entrada del lugar, segundos después una voz sumamente familiar hizo que me moviera.
— ¿Vas a pasar? —
—O-oh l-lo siento — Tartamudee y no por mi estúpida y repentina timidez. Su belleza era inigualable. Era ese tipo de belleza cuando te imaginas un ángel o un hada. Su piel blanca, traslucida, centellaba con unas mejillas rosadas. Unos ojos grandes y profundos de color chocolate.. Y su hermosa cabellera caer tras sus hombros, risada y de color cobrizo. Ella era hermosa.
—No te preocupes — Intento avanzar, pero después se detuvo para preguntarme — ¿Eres Chelsea?
—Sí. Hoy es mi primer día aquí —Respondí aun tímida.
—Oh vaya. Bienvenida. Yo soy Renesmee —Me ofreció su mano y yo de igual forma se la ofrecí para estrecharla. Sin embargo note algo extraño, pero fue hasta que vi su mano cubierta de unos delicados guantes negros.
—Mucho gusto. —
—Si quieres puedes sentarte conmigo, realmente todos los sitios están llenos — Me jalo hasta llegar a lo que se suponía era su lugar de costumbre. Todos nos miraban extrañados.
A los pocos segundos entro un hombre negro, alto y de buen parecer, cargando un par de libros. Saludo a la clase y me invito a presentarme. Fue muy amable pero la tensión y el nerviosismo que esto me causaba hicieron que volviera a tartamudear. Después de mi rato de vergüenza continuo su clase, con un tema que a nadie le agrado.
Al termino de la clase, Renesmee, la chica del nombre raro y hasta ahora la única que me dirigía la palabra, se despidió, deseándome un buen inicio de curso y también esperando encontrarnos en otras clases. Para mi mala suerte la siguiente clase no la compartía con ella.
Durante las siguientes dos clases, conocí a un chico llamado Lucas, que me invito a almorzar con él y sus amigos, casualmente en la mesa de la cafetería de la escuela, se encontraba Diego, mi supuesto hermano. Al verme sonrió aliviado.
—Les presento a Chelsea —Anunció Lucas emocionado
—Hola Chelsea — Respondieron en coro el resto de los chicos de la mesa, excepto una chica, cuyo nombre era Zoey. Ella no dejaba de mirar a Diego.
Me senté junto a Diego, para no sentirme incomoda, a pesar de que el instituto no era lo que esperaba, me sentía bien y feliz, esto era cuestión de acostumbrarme. Desvié un poco la vista hasta que esta capto algo interesante. En una de las mesas de la orilla estaba un grupo de chicos muy singulares, parecían estatuas, al principio pensé que así era, hasta que una chica de piel blanca como la nieve, de cabellera larga y oscura, susurraba algo en el oído de uno de ellos, insoportablemente hermoso. En realidad todos lo eran. Parecían emparejados. Todos tenían algo en común, sus ojos eran como el color del caramelo derretido, su piel blanca y rasgos finos que los hacían hermosos. Salí de mi trance cuando Renesmee atravesó el lugar con movimientos gráciles, llego hasta la mesa de los chicos y se sentó. No es que ella desentonara, pero era tan distinta. Ella era la única con los ojos de color distinto y color en las mejillas.
Cuando voltee a mi mesa, note que Diego miraba en la misma dirección.
— ¿Quiénes son? — Le pregunté a Diego, como si lo supiera.
—No tengo idea —
—Son los Cullen—Respondió Lucas —Hijos adoptivos del Doctor Carlisle Cullen, a excepción claro de la chica que acaba de llegar, me parece que ella y su hermana son sobrinas de la esposa del doctor —Señalo en dirección a ellos con los ojos. —La chica del cabello corto, que tiene pinta de duende es Alice Cullen. El chico de cabello rojizo es Edward Cullen y el fortachón de la izquierda, Emmett Cullen. Junto a Emmett esta Rosalie Hale, y el rubio es Jasper Hale, son mellizos o algo así, por último las dos chicas que quedan son Renesmee e Isabella Swan — Concluyo por fin.
—Vaya, sus ojos son extraños — Dijo Diego fascinado.
—Para mí que solo es un truco raro de ellos —
— ¿Por qué lo dices? —Exigió Diego
—Hay días que sus ojos son más oscuros, otros días son amarillos. Usan lentes de contacto —Hizo ademan con sus manos —Como si su estúpida belleza no fuera suficiente, como para aceptar que tienen ojos comunes —Su voz fue tan resentida que quise reír por lo patético que sonó.
—Sera mejor que no los vean — Dijo una chica de lentes que correspondía al nombre de Katie. —Parece que les molesta. Principalmente a Edward, cree que siempre ven a su chica, Bella — Esta vez se dirigió a Diego que seguía mirando a la chica que correspondía a ese nombre — De todas formas ellos no socializan, bueno Renesmee es una excepción, por lo regular suele tener más afecto hacia los demás, aun así no congenia con todos, contigo es distinto. — Nos explicaba mientras jugaba con una manzana —Aparte de raros, son problemáticos — Hizo muecas con los labios —Una ocasión… —Comenzó de nuevo. Al parecer ella estaba al tanto de todo lo que ocurría en este lugar —Owen, mi mejor amigo que ya no debe de tardar, intento conversar con Renesmee, ella fue amable muy a su pesar, pero Owen quiso llegar más allá. Edward casi se le va a los golpes, cuando vio sus negras intensiones —Soltó una risilla picara — Y eso no fue todo, el novio de Renesmee, no recuerdo su nombre, casi masacra a mi pobre amigo cuando se enteró de todo lo sucedido, desde entonces Renesmee y Owen no se dirigen la palabra.
Nadie respondió, porque justo en ese momento se sentó un chico realmente apuesto. Alcanzo a verme, hizo muecas y miro a Katie con complicidad.
—Veo que tenemos la honorable presencia de los hermanos Sheridan —Nos miró con aprobación y curiosidad mientras se sentaba justo a mi lado —Soy Owen —Se presento tan cerca de mí. Me quedé helada. El chico era guapo y todas las chicas de la mesa, a excepción de Katie, me miraron con hostilidad —Como te llamas, preciosa —
—S-Soy C-Chelsea —Tartamudee y un par de chicas se rieron entre sí. Después Diego carraspeo ruidosamente.
—Qué lindo nombre. —Se giro a ver a Diego —Espero que no seas de esos hermanos celosos ¿Cierto? —Señalo con la cabeza a los Cullen.
El sonido del timbre dio como finalizada la hora del almuerzo y todos se dirigían a sus clases o al menos eso parecía. Yo tenía clase de Literatura ahora mismo, así que le pregunte a Katie donde estaba el aula que correspondía a mi tira de materias. Pero Owen se ofreció a acompañarme a mi clase. Diego lo miro con desaprobación pero tenía clase de gimnasia con Lucas y no tuvo otra alternativa que limitarse a no seguirme. Cuando cruce la puerta de aquella aula, reconocí un par de rostros. Se trataba de Renesmee y si no me equivocaba a un lado de ella estaba Bella, que garabateaba un no sé que en su carpeta.
—Espero que te adaptes pronto, linda —Owen se acerco a mi pero yo gire mi cabeza a un lado y de forma amigable le pedí distancia. El chico era lindo pero no me sentía tan atraída hacia él.
—Muchas gracias. Todos han sido muy amables. ¿Tienes clase aquí? —Pregunte solo para no verme grosera.
—Yo trato de no tener relación con algún miembro de los Cullen —Señalo hacia los asientos donde se encontraban las hermanas Swan. —Así que eso responde a tu pregunta —Mire la hermosura de Bella y en ese instante ella me miro a mi. Así que desvié la mirada, nerviosamente, para encontrarme con la de Owen  — ¿Te puedo pedir un favor?
—Por supuesto —Respondí aún desconcertada
—No trates de socializar con Renesmee o alguno de los Cullen. Ellos no son buenos.
— ¿Por qué? —Pregunte totalmente seria —A mi no me han hecho nada, a parte Renesmee ha sido buena conmigo—
—Pues espero que no te hagan ‘algo’ para que te alejes de ellos — Su comentario frívolo me molesto un poco. Lo quede mirando mientras se daba media vuelta y se iba a alguna parte. ¿Qué rayos le sucedía? ¿Quién era él para prohibirme algo? Ninguno de los Cullen eran malas personas. Bueno, quizá no los conocía, pero ¿Quién era yo para juzgarlos sin antes no conocerlos? Al menos no se veían así, como personas malas. Todos los juzgaban mal.
Sumida en mis pensamientos busqué un lugar para sentarme y no había ninguno excepto uno que estaba frente a ellas. Pero por alguna extraña razón no quería estar ahí. Y no era por el comentario… o advertencia que Owen me había hecho. Simplemente así lo sentí. Tonta, me dije a mi misma.
—Aquí hay un lugar vacio Chelsea — Grito Renesmee mientras hacía señas con las manos, note también que Bella la miraba con extrañeza, al parecer a ella también le tomaba por sorpresa la repentina relación conmigo.
Me acerque al lugar, pues no tenia de otra. Cuando iba a depositar mis cosas tropecé con un bolso que se encontraba tirado a medio pasillo, por fortuna logre equilibrarme para no caerme. Sin embargo mis mejillas se inundaron de un rojo intenso. Podía sentir el calor en mi cara. Por fin logre sentarme.
— ¿Podrías tener más cuidado? —Un susurro cantarín proveniente de una de las chicas de atrás, interrumpió mi vergüenza.
— ¿Disculpa? —Respondí al mismo tiempo que volteaba a ver quién me había hablado.
—Lo siento, quise decir que tuvieras más cuidado, podrías lastimarte — La voz provenía de Bella. La mire confusa, porque nadie se preocupa por nadie ¿O sí?
—Tendré más cuidado — Mi voz sonó débil cuando le respondí mirándola a los ojos. Realmente intimidaba. Tenía ganas de salir corriendo. Pero la forma en que me pidió tener más cuidado, fue tan maternal. Algo que hace mucho no escuchaba, precisamente desde aquella última vez que vi a mi madre. Cuando me dio las “Buenas noches”. Aquella ocasión que me escape, por seguir mis sueños, aplastando los suyos. Sentí verdadera nostalgia, mis lagrimas amenazaban con brotar, mientras se me hacia un nudo en la garganta. Así que sacudí mi cabeza para reprimir ese pensamiento tan doloroso. Y olvidarme, al menos parcialmente, de mi pasado.
—Gracias —Me dirigí a las chicas.
—No te preocupes. Suele pasar —Ahora respondió Bella
Pasaron todas mis clases con normalidad y en clase de gimnasia me encontré con algunos chicos con los que almorcé horas antes y también estaba ahí un chico Cullen. Un enorme chico con la apariencia de un oso miraba divertido desde las gradas mientras jugaban los demás compañeros, se trataba de Emmett y de la nada me miraba, como si me conociera. El mismo sentimiento de ahuyentarme me invadió cuando lo miré. Tal vez a eso se refería Katie, al decir que ellos eran raros. O tal vez me taladraban los  comentarios de Owen.
Cuando por fin pude salir al estacionamiento del instituto, me dirigí al lugar donde Diego había dejado el auto. Él estaba ya esperándome, recargado en una de las puertas. Nunca había sentido ese sentimiento o mejor dicho esa emoción por verlo. Sentía mucha felicidad cuando lo veía, cuando veía sus hermosos ojos negros. De la nada desvió su vista de mí, y yo seguí su dirección. ‘Viendo otra vez a los Cullen’ pensé y de pronto el chico de cabello cobrizo dirigió su mirada hacia mí mientras sus hermanos me miraban también desde un lujoso porsche amarillo, realmente era ostentoso en aquel aparcamiento. Estuve a punto de chocar contra el auto cuando Diego volvió a captar mi atención.
— ¿Qué pasa? —Pregunté
—Nada. Vamos a casa — Dijo con paciencia.
Mire una vez más a los Cullen y esta vez Renesmee me saludo con su mano, Edward la miro con curiosidad al mismo tiempo que Bella me miraba y me dedicaba una sonrisa amigable. La chica menuda de cabello corto, al parecer Alice, me miro fijamente, después se dirigió al chico rubio. Ahora Emmett me miraba como en el gimnasio y sonrió satisfecho.
En cierta forma estos chicos me hipnotizaban y fue entonces cuando salí de mi trance, porque ahora Owen, de la nada, estaba ahí. Balbuceando:
— ¿Disculpa?
—Chelsea, ya es tarde. ¿Quieres darte prisa? —Diego gruño enojado, dentro del auto.
—Es solo un momento, hermano —Respondió Owen —Solo quería preguntarte, si quisieras salir a dar un paseo esta tarde.
—Me gustaría, pero aun sigo con la mudanza y esas cosas. Preferiría que esta ocasión no. —Me justifique ante mi mentira.
—De acuerdo será en otra ocasión.
—Nos vemos luego.
—Adiós —Grito Diego muy furioso. Mientras arrancaba el auto y salíamos a toda velocidad del aparcamiento. Los Cullen habían desaparecido.

viernes, 12 de abril de 2013

Una Vida Distinta: Capitulo 5, Viaje a Forks

Mark and Lisa



— ¿Documentos? 
—Mas que lista — respondí con una amplia sonrisa.
— ¿Nombre? 
—Chelsea Sheridan —
Diego  me sonreía y los cuatros nos preparábamos para abordar un avión. Estaba nerviosa no sabía la sensación que esto implicaba. Por otro lado me moría de miedo. De pronto una voz familiar, ya que cada pocos minutos volvía a escuchar, nos indico que era nuestro turno para abordar.
—Andando — Dijo Mark y todos lo seguimos.
Llego al túnel que nos llevaba a nuestro transporte, mostro sus documentos y sin ningún percance continuo su ruta. Después siguió Lisa, sucedió lo mismo y ella continúo su camino. Ahora era mi turno.
— ¿Boleto? — Me dijo la chica morena. Y yo le ofrecí mi pasaje. —Me puedes mostrar una identificación y tu pasaporte. —Ahora le entregue lo que me solicito —Puedes pasar. Feliz viaje —Concluyo con una sonrisa.
Mi corazón latía al mil, pero yo aun no me sentía aliviada hasta llegar a mi lugar asignado, que compartiría con Lisa. El túnel se me hizo extremadamente largo, casi parecía imposible llegar al extremo cuando una voz me grito.
—Señorita, señorita. Por favor regrese —
Maldita sea. Maldita sea. Retrocedí mi paso y regrese fingiendo tranquilidad.
—Dígame — Dije nerviosamente.
—Olvido su bolso, aquí tiene — Me tendió mi bolso, que efectivamente había olvidado.
—Gracias —Suspire con una sonrisa. Y continúe mi camino. Por fin llegue al asiento que estaba contiguo a Lisa. —Por poco —Susurre.
Lisa era una persona de pocas palabras, así que mi viaje a lado de ella sería un poco aburrido. Además de las complicaciones entre ella y yo. Ella también lo sabía así que tomo sus auriculares y se limito a escuchar música. Yo la imite y me sumí en un sueño profundo.
El avión hizo varias escalas por varios países. Hasta que por fin llegamos a una parte de América. Yo no tenía ni la menor idea de donde me encontraba. Mire por la ventanilla, era de noche y estaba lloviendo. No me pareció extraño, en la playa solía llover a menudo. Lo que me extraño fue sentir escalofríos, como cuando tenía fiebre, toque mis manos y estaban realmente frías y agarrotadas. Las estire pero no recupere el calor de ellas.
—Hemos llegado al fin — Dijo Lisa con voz tenue
— ¿Dónde estamos? —
—Me parece que Seattle —
— ¿Seattle? — Mi voz sonó repentinamente fuerte. — ¿Washington?
—Creo que sí, la verdad no sé. Solo sé que estamos en Estados Unidos — Dijo mientras se estiraba y daba un fuerte bostezo.
—Esto es increíble— Dije para mis adentros — ¿Sabías que Seattle es uno de los lugares más fríos de este país?
—Eso ya lo note. —Se abrazó las piernas — ¿Tu como lo sabes?
—La Geografía es mi materia favorita — Dije orgullosa.
Ella no respondió.
La aeromoza nos indico que saliéramos de nuestros asientos en orden, todos obedecimos. Al final del túnel nos deseo buena estancia.
Ahora los cuatro, nos dirigimos a una de las muchas cafeterías, a beber algo caliente. Estuvimos por alrededor de una hora en el aeropuerto hasta que Mark consiguió lugar en un hotel de allí mismo. Por fin salimos y tomamos un taxi en dirección al dichoso hotel.
Cuando llegamos Mark, nos asigno un lugar a cada quien. Estableció simples reglas para llevarnos bien durante esta breve estancia. También nos indico un nuevo plan de vida. Por llamarlo así.
—Bien. Ahora tenemos todo un mundo de posibilidades y lo primero que haremos es… brindar con un delicioso Champagne —Lisa nos sirvió en unas ligeras copas.
—Por nuestra nueva vida — Anuncio Diego.
—Por nuestra nueva vida — Todos respondimos al unisonó.
—Perfecto, el plan es el siguiente —Continuo Mark — Cerca de aquí existe un pueblo llamado Forks, es insignificante. No tiene mucho turismo, más que visitas al bosque y cosas de excursionistas. Nos estableceremos ahí, viajaremos a menudo a Port Angeles, es una ciudad pequeña pero de gente rica—se dirigió a Diego y a mí — Ustedes dos serán un par de hermanos, y nosotros sus tíos. La versión que darán es que sus padres han muerto. Traten de no equivocarse, es común que se den habladurías en pueblos chicos. —Mark trazaba una ruta en un mapa mientras nos explicaba — Esta todo planeado, tenemos una pequeña casa a las orillas del bosque, es un poco apretada pero debemos acostumbrarnos a vivir juntos —Ahora se dirigió a Lisa y a mí.        
—Pero Mark, habíamos acordado que yo volvería a la escuela — Dijo Diego un poco disgustado.
—Aun no lo sé Diego… yo necesito que enseñes a esta niña a laborar como se debe —Dijo Mark
—Ya lo sé, pero puedo hacer las dos cosas, ella aprende rápido.
Mark no contesto y por su expresión eso significo un ‘no’ rotundo.

Llevábamos un día entero desde la noche que nos hospedamos en este lugar y Mark había llegado con un contrato firmado por la compra de una pequeña casa en Forks. La firma correspondía a la de una tal Esme Cullen.
—Es hora de irnos —Dijo con entusiasmo Diego. —Yo escojo la recamara más grande —
Tardamos aproximadamente una hora en llegar al pueblo de Forks, una localidad rodeada de bosques, todo era verde. Era tan hermoso el paisaje. Por fortuna era tan céntrico, el hospital, el instituto, el centro comercial, todo estaba junto al otro. Sería difícil perderme.
Cuando llegamos a nuestro nuevo hogar, una mediana casa con ventanales y un pequeño jardín bien cuidado, le daba un toque muy acogedor. No quise esperar mucho y baje de inmediato del nuevo auto de Mark y corrí en dirección a la puerta. Todas las pertenencias con las que contábamos era gracias al gran aporte que había dado a Diego la noche de la huida. Aunque yo contaba con un poco para mí.
Al entrar, descubrí unas escaleras de madera en forma de caracol, que le daba un toque elegante al lugar, de mi lado izquierdo estaba una sala blanca con cojines grises que le daban mucha luz a la sala, muebles pequeños otros grandes, de lado derecho un comedor pequeño donde cabían solo cuatro personas. Una cocineta nos esperaba al fondo, con muebles incluidos. Me dirigí escaleras arriba esperando encontrar más. Y así fue, descubrí un amplio pasillo con cuadros de pintores clásicos y tres habitaciones perfectamente acondicionadas, aunque dos de ellas compartían baño. Diego había escogido, según él la mejor que se encontraba de lado derecho con vista al bosque. Yo las veía igual, ambas tenían un ventanal con una grandiosa vista. Una cama individual y todo lo que una habitación debe tener.
—Es fabulosa —Dije para mis adentros
—No has visto la mía —Dijo con felicidad Lisa, desde el otro lado del pasillo. Fui en dirección a ella. Cuando pude ver a detalle, realmente era aun mas fabulosa que la mía, era amplia y entraba mucha luz, tenía un buen diseño y a simple vista parecía muy cálida.
—Es increíble— Felicite a Lisa que yacía tirada en la cama con una sonrisa de oreja a oreja.
Sabía que esta nueva vida constaba de un precio alto. Pero ¿Estaba dispuesta a pagarlo? De ninguna manera lo pensaba hacer, tenía que llegar a un acuerdo con Lisa o bien planear algo con Diego, que se encontraba aun molesto por la idea de no ir al instituto.

Dos días más tarde una discusión casi interminable entre Mark y Diego se extendió por un par de horas, hasta que Diego por fin convenció a Mark para que tanto Diego como yo estudiáramos. Me alegraba la idea, pero no la condición que suponía Mark.
Se había decidido que si estudiábamos entrabamos de lleno al negocio, y que sin importar otra cosa, la prioridad era nuestro trabajo antes que todo. La idea por supuesto no me agradaba pero no tenia de otra más que regirla, hasta poder escaparme de aquí. Y lo lograría. 

jueves, 11 de abril de 2013

Hasta que te conocí.


Y ahora quiero que me digas si valió la pena. 
Y es que fuiste malo conmigo por eso no te quiero. 
Vete primero, no te quiero ver jamas. Jamas.

Una Vida Distinta: Capitulo 4, Negocios

Lisa S.
Me quede sentada en la orilla de mi nueva cama, analizando lo que acababa de hacer. Siempre soñaba con ser libre y ahora que lo era, no sabía si era buena idea. Mis padres sentirían mucho dolor al notar mi ausencia, lo cierto es que nunca sabrían donde estaría. ¿Cómo le harían para buscarme si nadie me conoce? Era prácticamente imposible, pero sentía dolor ante esa situación.
Unos ligeros golpeteos en la puerta de la pequeña habitación captaron mi atención y note que alguien llamaba a la puerta.
—Adelante — Dije desprevenida.
—Soy Diego — Se asomo por la puerta y me vio sin expresión alguna —Solo venia a dejarte tu mochila. ¿Estás bien? — Sonó preocupado.
—No lo sé… — Respondí.
—Dime qué te pasa — Exigió
—No sé cómo afrontar todo esto ¿Sabes? Siempre soñé con ser libre, pero ahora que lo soy, se que causare dolor a mis padres. —
—Ellos causaron dolor a ti antes —
— ¿Qué quieres decir con eso? — Exigí saber
—Simple. Ellos te privaron de libertad y te causaron dolor durante muchos años. Ahora solo disfruta de lo que harás de ti — Dijo sin detenerse.
—Hare de mi una ladrona —
—Eso es solo para que puedas vivir aquí, y llevarte a otro país ¿Cómo lo sabes?— Me consoló
—Gracias — Sonreí — ¿Te dije que brillo por mi inteligencia? A veces no sé si mi padre me oculta por mi extrema inteligencia o porque de verdad corro peligro. —Mi voz sonó por primera vez divertida.
—Hmm —Se quedo serio y estático —Vaya, no te puedo ocultar mucho las cosas, pero es verdad a eso nos dedicamos —
—No cualquiera entra por mi ventana… eso es de hábiles. —
Pasamos varios segundos sin decir palabra hasta que quise averiguar más.
— ¿En qué trabaja Lisa?
—Trabaja para museos como rescatadora de joyas, pero es solo una careta para no levantar sospechas — Dijo sin expresión — ¿Sabes? No somos cualquier banda de ladronzuelos. Hacemos robos grandes a bancos y a museos con pinturas o cosas realmente de valor. Se necesita de mucha logística. A veces nos tardamos meses en planear el robo de algo en particular. — Soltó todo de prisa y supe a que me dedicaría pronto.
— ¿Por qué se irán a otro país? — Interrumpí.
—Nos vamos — Me corrigió — Porque la policía sospecha de nosotros. No pienso dejarte a la deriva. Como te dije te conozco bien y tengo la necesidad de protegerte.
— ¿Cómo le haremos para salir de aquí? —Dije ignorando totalmente su comentario que me dio una punzada en el estomago.
—Falsificación de documentos por supuesto —Tenia una voz hermosa que me comenzaba a gustar.
— ¿Tienes conocidos? —Espeté
—No, yo me encargo de eso—Se quedo en silencio—
— ¿Por qué estas en esto? —Quise saber
—Hace años Mark y Lisa me rescataron de morir en un asalto vulgar, así empezaron ellos, desde entonces trabajo para ellos — Quedo en silencio —Nunca me ha gustado del todo hacer esto, pero solo hay una forma de salir de este círculo…— Comprendí a que se refería. Pero entonces si yo entraba a su negocio me atacaría a las consecuencias de salir muerta cuando ya no quisiera estar aquí. Sin pedirme opinión ya estaba decidida mi participación —Yo no permitiré que entres a esto, cuando lleguemos a América tú te irás y comenzaras una nueva vida. Te lo prometo —
El sol se asomo por la pequeña ventana de la habitación, ambos lo contemplamos. Para mí no era el mismo amanecer, era algo nuevo, era como un despertar. Mi nueva vida estaba a punto de comenzar, como si fuera a nacer.
—Es hora de dormir… debes descansar —Dijo señalándome la cama. Yo asentí mientras el salía por la puerta. Pronto me sumí en un sueño profundo sin pesadillas.

Durante el resto del día pensé las últimas palabras de Diego. ¿Por qué me ayudaba? ¿Por qué me protegía? Escuche ruidos haya afuera, era Diego batallando con su motocicleta.
—Hola ¿Cómo te fue? — Salude a Diego desde el sillón donde descansaba.
—Bien. Traje pizza para cenar, espero que no tarden o la devorare toda —El respondió mientras cruzaba la puerta.
—Huele bien — me estire para tomar una rebanada.
—Ya tengo tus documentos. Así que estamos listos para irnos —Dijo con la boca llena.
—Perfecto. ¿Cuándo nos vamos? —
—Mañana — Respondió fríamente. No esperaba que tan pronto nos fuéramos. Llegaron Mark y Lisa, distantes. Comenzaron a hacer maletas sin dirigirme una palabra. El ambiente era demasiado denso yo solo quería encontrar la razón más estúpida para salir de la sala y adentrarme a la que hoy en día era mi habitación. Cuando por fin encontré la excusa, Lisa me detuvo con la mano.
—Debemos hablar —Dijo mirándome a los ojos. Yo sentí pavor.
— ¿De qué? —Dije esperando mi voz temblorosa, pero al contrario mi voz sonó mas firme que nunca. Eso me gusto.
—No pienses que vivir con nosotros es gratis, en cuanto lleguemos a América tú nos ayudaras al negocio familiar. Se nota que eres inteligente así que ni pienses en escapar, porque terminaras muerta. ¿Entendido? —Me amenazo mientras me apuntaba con la punta del dedo.
—No será así… —Respondí aun más con valor.
—Bueno ¡basta! No queremos peleas ¿Verdad? —Intervino Mark. Yo negué con la cabeza y me dirigí a la recamara asignada.
—Te quiero despierta a primera hora, no quiero que nos retrases —Me grito Lisa mientras yo subía las escaleras. Estaba llena de coraje y tenía tantas ganas de llorar que en cuanto cruce la puerta de la habitación mi llanto exploto. Me enterré entre las sabanas y llore hasta quedarme totalmente dormida.


El Silencio de la luna.


Esta es una nueva historia producto de mi imaginación :)




Dame solo un beso que me alcance hasta morir 
Como un vicio que me duele 
Quiero mirarte a los ojos 

Isabella Swan era una vampira excepcional y con un control extraordinario. Respetaba a los humanos, no bebía su sangre y por ello tenía unos hermosos ojos color ámbar, al igual que su familia. Ella era feliz y en cierta forma estaba agradecida de lo que le había ocurrido. Pero no siempre fue así, superar la muerte de su madre no fue algo sencillo. Y la más difícil de todas, enamorarse de alguien prohibido, de un humano, pero no cualquier humano. Un cazador de vampiros.
Nunca sabes lo que pueda pasar en un sitio donde crees que no pasa nada. No siempre el mundo es un simple mundo. Las leyendas cobran vida… o mejor dicho siempre han tenido vida. Lo seres mitológicos de tus pesadillas se convierten en realidad, pero la realidad no es tan aterradora.